SUAREZ y su UCD original en Alicante
Decido desempolvar algún viejo cartón archivando los primeros papeles
de la UCD en la Provincia nuestra, encontrándolos revueltos por el estudioso
Virgilio Fco. Candela y otros que los usaron para sus buenas tesis doctorales o estudios semejantes sobre la Transición, no
así otro trabajo de cierto profesor universitario que no se desempolva nunca de su marxismo y, por tanto, realiza
una interpretación materialista de aquella, de la propia y real historia, a la
que jamás respeta en su realidad y en su
verdad, (Alcaráz), describiéndola a su antojo y sin tomar en cuenta la propia “perestroika” y la caída de su muro de Berlín; mas parte de todo ello
ya se trató dentro de otras páginas pero en un Dominical de Diciembre 2002 de
entonces, “25 años después…”. Adolfo Suarez era la UCD y la UCD era Adolfo
Suarez, estrictamente y solamente así. Opinen, escriban, digan lo que quieran,
pero La Transición efectiva y real
fue de él exactamente.
De las primeras listas y sus componentes posiblemente
elegibles al Congreso de los Diputados y al Senado, para las iniciales Cortes
Constituyentes y encargadas de redactar
los principios para la Constitución que
se prometía por Adolfo, casi nadie en Alicante queda vivo. En la del Congreso
ya faltaron el doctor Zaragoza Gomis, el Conseller José Luis Barceló ilicitano,
Luis Gamir marchó casi definitivamente a Madrid y quedó con su Cátedra de Economía
después del Ministerio de Turismo; en la del Senado, el ciudadano, que debía
marcar en una larga papeleta tres cruces por orden alfabético, pues
naturalmente se marcaron preferentemente la A, la B, la C; así, en una hábil candidatura de
izquierdas unidas, se marcaron Andúgar,
Beviá, Calpena; el Tribunal estableció que semejante papeleta así resultaba inconstitucional. Pero
Suárez no reprendió jamás ni a Martínez Valero, (d.e.p.), ni a mí, a pesar de
la rotunda derrota electoral que la UCD sufrió provincialmente a manos de un
PSOE que encabezaba muy bien aquí Antonio García Miralles, buen colega de
profesión y amigo.
Posteriormente a aquel 15 Junio 1.977, la UCD derrotada en la provincia
alicantina y en la Región valenciana pero triunfante en mucho resto de España,
gobernaba en verdad hacia una Constitución Española de Diciembre de 1.979,
aprobada por abrumador referéndum. Así se cumplió lo prometido.
Pero si en Madrid ya nació todo como conglomerado de ideologías
diversas, (demócratas cristianos, social-demócratas, populares, liberales partidos
en cuatro: monárquicos de don Juan de Borbón, de Garrigues Walker, de
Satrústegui o de Segurado; hasta políticos independientes…), ¿cómo pretendía
Adolfo Suárez que durara y permaneciera aquello?. No me sorprende que cuando se
me inquiere sobre aquellos tiempos y contesto que “el centrismo no es una ideología
sino que es solamente una oportunidad en el tiempo electoral”, el
sorprendido es el entrevistador…
¿El problema constitucional que no resolvió la UCD es el artículo 2, al
incluir el derecho a la autonomía de las regiones
y nacionalidades que integran España?. Y esto nos lleva a graves problemas
de solidaridad, integración nacional y solidaridad entre regiones ahora. Sí, es
cierto. Pero fue pactado por Abril Martorell y Alfonso Guerra, de tal manera
que en la Comisión de Asuntos Constitucional y Libertades Públicas que debía
afinar el texto ya dentro del Congreso no podía evitarse y les remito al libro
de su Presidente que lo fue el Decano de mi Colegio profesional en Valencia
Emilio Attard, (me explicaba bajo tanta amistad y aun enfrentados en tantos
litigios que no podía evitarse), y su ampliación también editada “Vida y muerte de UCD”.
Para ser sinceros. En aquellos meses de iniciar La Transición, pensaba uno en gastar bolsillo y cabeza porque no
deseaba la existencia de “las dos Españas”, históricamente cainitas y enfrentadas,
siempre una culpando a la otra del pasado que, en definitiva siempre es propio de ambas a la
vez; lo escribía Hertchst ”culpabilidad y atribución de todos los males
pasados a la otra parte”, cuando los países mas demócratas, serenos y más
libres son precisamente aquellos que no son agresivos con su pasado y lo asumen…
“porque los más agresivos y enfermos son
los que se obstinan en acusar a otros de sus propios crímenes”. En La Transición no estuvimos lejos de
conseguir sana y restauradora visión de
nuestra España y se llegó a hablar que las víctimas de la Guerra Civil no eran
solo republicanas o franquistas, sino de todos. Pero la desolación se produjo
con la Ley de Memoria Histórica del Presidente socialista Zapatero, arrasando
la Ley de Amnistía General de años atrás… Así han vuelto otra vez las dos
Españas, muy visibles en grupos
desarraigados y antisistema,
indignados, que alocada y cínicamente se amparan en la Democracia para intentar
desestabilizar la Constitución que logramos en 1.978. Y tienen un fin perverso
a esa Democracia que debemos sostener: ganar incendiando las calles lo que no
logran en las urnas.
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